jueves, 26 de febrero de 2009

NO QUIERO PECARRR...SÉ TÚ MI BLANCO SOBERANO


(Hebreos 10: 12-14) Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez y para siempre un sólo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.

Cuando Dios por intermedio de Cristo llega a tu vida y a mi vida es como si arrojara un manto de sangre sobre nosotros. Ahora, cuando Dios nos mira, no ve nuestras imperfecciones, no ve nuestra falta de obediencia, no ve nuestras malas lenguas; sólo ve la perfección de Cristo. Pero debajo de esa perfección, está el Espíritu de Dios trabajando en nuestra vida. Cuando miramos a alguien no lo vamos a ver muy perfecto. O quizás no nos sintamos digno y pensemos que no vale la pena seguir porque las cosas se han puesto malas; pero QUIERO DECIRTE!!! Que Dios a través de su Espíritu está trabajando en nosotros . Muchos son los que se sienten morir -espiritualmente hablando- dejan caer sus brazos y abandonan todo y se descarrían; y yo me imagino que el Espíritu de Dios nos estará diciendo: ¡Estoy trabajando contigo! ¡Yo soy fiel, yo empecé, yo terminaré. Numerosísimas veces tratamos de corregir nuestra vida, tratamos de discernir entre el bien y el mal. Y lamentablemente erramos. Muchas veces nos dan deseos de “colgar los guantes” y decir: ¡¡¡Basta!!! Pero el Espíritu dice: “No me angusties, no te corresponde hacerlo, dame una oportunidad: yo trabajaré contigo.”

En Génesis, Dios creó al hombre, le dio dominio y le dijo: “Multiplícate. Llenen la tierra, tengan autoridad, sean administradores; sujeten la tierra; sean fundadores, guarden la granja. Custodien el territorio de mi figura, de mi encuentro, pero repongan el resto: sojuzguen, tomen y sean creativos para que el resto del planeta se parezca a la granja. Sé señor y sirviente”. Qué maravilloso!!! Y los envuelve de su gloria.

Pero Dios le dice: “Adán…hay un árbol en el huerto, sabes? Es el árbol del conocimiento, de la ciencia del bien y del mal. Adán… te estoy dando dominio sobre todo. Quiero que seas señor de todo el planeta, de todos los animales, de todas las especies, del ámbito terrenal. Tienes poder. Eres empresario y casero bajo mi autoridad. Tuyo es la tierra. Haz con ella como he dicho. Sojuzgadla y llenadla de mi gloria. Pero no quiero que toques: ¡… el árbol..! quiero que señoreen todo, menos el arte de decidir lo que está bien y lo que está mal. Ese es mi señorío. Yo quiero ser Señor de tu conciencia. Yo quiero decidir por ti. Tú domina la tierra, yo sujeto tu vida. Yo soy Señor de tu conciencia. No toques mi señorío. Yo te amo y no quiero perderte!!!

Pero al caer el hombre, en desobediencia, lo que hizo fue prohibirle el área que Dios había dejado para sí: la conciencia. Desde ahí, no hemos podido regresar a nuestro CREADOR, y por eso, a lo misericordioso lo llamamos maldito; a lo que es poderío, lo llamamos flojedad. Pasa que mientras el señorío de nuestra conciencia sigue estando en nuestras manos, seguiremos siendo una frustración para Dios.

Todos decimos en algún momento: “yo puedo tomar mis propias decisiones” Lo lamento, no es así. O las decide Dios o somos influenciados por Satanás. Sólo Dios sabe decidir lo que es bien y lo que es mal para nosotros. Dejemos que Dios pilotee nuestra vida. Él quiere ser Supremo Ungido de nuestra conciencia.

Si somos Señores de nuestras propias decisiones, a lo que es religión le vamos a llamar “Dios”. Estaremos equivocados, no sabemos discernir. A la política religiosa, la llamaremos misión. Así de árido. Así de atroz.

Muchas personas viven en confusión; ¿Porqué? La razón es que le dan vueltas a la verdad. Él dijo: YO SOY el CAMINO, la VERDAD, y la VIDA.

Al reino de Dios se accede por obediencia y el reino opera en obediencia. Es imperioso hacer avanzar el reino. Te das cuenta? Que si Dios fuera Señor de todas las conciencias. Si Cristo estuviera al volante de todos los que se llaman creyentes, ¿Cuánto podríamos tardar en arrasar espiritualmente a la tierra entera a las que de labios, ya hemos tomado tantas veces?

Dios Santo: A partir ahora, quiero no pecar de ignorancia, necesito conocer tus mandamientos, leyes, decretos y estatutos, deposito en ti todas mis decisiones; comenzando con mi patrimonio y también mi familia, mi matrimonio; desde la autoridad incluso la responsabilidad, serán tuyas. Tú tomarás las medidas por mí. Te doy el gobierno de mi vida justamente ahora, en este preciso instante. Arrebátalo Señor. Cristianizo a ti mi razón hoy. Te restituyo el producto del árbol que me vedaste comer. De ahora en más, tú presides mi vida, tú decides lo que me obligo hacer o lo que no debo hacer. Te declaro y te proclamo: Amo de mi conciencia. Amén.

Entreguemos nuestra conciencia A LOS PIES DEL MAESTRO.

WWW.ALOSPIESDELMAESTRO.ORG

No hay comentarios:

Publicar un comentario