lunes, 23 de febrero de 2009

“La lengua tiene autoridad"

foto José Ma. Barrios Hermosa - Posadas, Misiones, Argentina
“Fíjense también en los barcos. A pesar de ser tan grandes y de ser impulsados por fuertes vientos, se gobiernan por un pequeño timón a voluntad del piloto. Así también la lengua es un miembro muy pequeño del cuerpo, pero hace alarde de grandes hazañas. ¡Imagínense qué gran bosque se incendia con tan pequeña chispa!”

Santiago 3:4-6

Que impresionante!!! Cómo descifra y convence el apóstol, en este pasaje. Y ni hablemos de la preeminencia que le otorga a la lengua, insiste en lo difícil que resulta vigilarla. Dice que aquel que pueda controlarla puede examinar también todo su cuerpo, es decir, si se puede sujetar los enviones de las palabras se pueden cuidar cualquier otro impulso dañino de nuestras vidas. “Quién hace esto es varón perfecto”, (Sg. 3:2) es contundente habla de la madurez espiritualmente.

Nosotros regimos nuestras vidas con las palabras, es el gobierno, el poderío, lo que hablamos sucede a la larga o a la corta de nuestras vidas. Decidimos dónde nos dirigimos, adonde queremos ir. Todos absolutamente lo que digamos, expresa nuestros pensamientos y sentimientos, dice que cuidemos nuestro corazón porque de ella nace la vida. En consecuencia somos lo que elegimos y por ende decimos, y así se realiza. Debemos saber usar las palabras, debemos cambiar nuestros pensamientos, porque al tener convicción, Fe y disciplinando nuestro corazón, comenzaremos a vivir de acuerdo a las palabras declaradas y por consiguiente reverdece nuestra vida.

Tengamos cuidado con lo que declaramos debemos ser cuerdos, la difusión negativa que digamos nos afecta y mucho.

Sin dudas, nuestro vocabulario tiene que ser bíblico, lleno de Dios, lleno de expectativa y convicción. El Espíritu Santo nos dirigirá a declarar victorias, a bendecirnos a nosotros mismos y a los demás, el itinerario de nuestra vida se transforma cuando cambiamos nuestras palabras, no nos olvidemos que el enemigo usa las palabras para el mal.

Cuando alguien maldice con odio desata espíritus inmundos que intentarán destruir. Y ni hablemos cuando los padres declaramos cosas malas sobre nuestros hijos se abre la puerta a las ataduras, a los heridas, a los oscuros. Una sola palabra dura puede trastornar el corazón y los pensamientos de una persona, que inmediatamente habrá que sanar y únicamente con el PODER de Dios.

Jesús usaba la palabra para sanar, para echar fuera demonios, para enseñar, son palabras que hoy nosotros, leemos, repetimos, confesamos y lo recibimos para gloria y honra de su nombre. Desechemos la incredulidad volvámonos a la fe y declaremos vida, paz, abundancia, salud y bendición en todas las áreas de nuestras vidas, oremos por los gobiernos, nacionales y provinciales y las familias de la tierra. Lo que creemos, pensamos y decimos es lo que finalmente recibiremos.

Siempre es A LOS PIES DEL MAESTRO.


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