jueves, 29 de enero de 2009

Y AL HOMBRE DIJO:


Y al Hombre dijo: Por cuanto obedecisteis la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.

Génesis: 3-17

Desde la figura trascendental nos deja boquiabierta.

No cabe lugar para las dudas, que la humanidad es la más fundamental que cualquier otra cosa en la tierra.

No existe ningún ser viviente en la tierra, ni en el mar, alguien más importante que nosotros.

Concretamente el mundo se sustenta o se derrumba por nuestros malos o buenos ejercicios.

Hagámonos cargo de que somos los únicos responsables de extinguir los recursos de nuestro planeta y de intoxicar el éter.

La desobediencia de un ser humano -Adán- pervirtió al mundo.

En génesis 6-11 dice: Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia.

Más exactamente de inmoralidad y esto causó el diluvio.

Y de esto pasaron miles de años pero nosotros seguimos encarnado el ADN adámico, razón por la cual tuvo que sacrificarse nuestro Redentor para darnos vida -y vida en abundancia- vino a justificarnos, a redimirnos por amor a sí mismo, porque nosotros estamos en Él.

En contraste a la desobediencia de Adán, Jesucristo gracias a su obediencia a muchos nos trajo salvación.

Nos delegó autoridad y poder para que hagamos renacer al mundo con todos sus prodigios así como nos entregó nuestro Creador.

Dios Padre permanece inalterable como su palabra esperando que nosotros estemos con la mente abierta para revelarnos su verdad, y así comprender que todos estamos convocados y estimulados de hacer el bien e influir en otros a hacer lo mismo.

Vayamos A LOS PIES DEL MAESTRO.


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