lunes, 26 de enero de 2009

NO HAY MUERTE PARA LOS HIJOS DE DIOS



Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento".
Salmos 23:4

Quién podría decir que más de una vez, no haya temblado en la oscuridad, en la OBSCURIDAD de nuestras, penas, angustias y pesares. Incluso la palabra oscuridad la relacionamos con el mal, con el peligro, con las fuerzas negativas. Pero cuando recapacitamos en la oscuridad que hay en el valle de oscuridades y muertes, sin dudas es la peor de todas.
Qué hermoso aprendizaje nos deja en este pasaje. Podemos ver en el rey David, su confianza puesta en estas palabras, poniendo el caso más atroz, con lo mejor de su fe, cuando dice: aunque ande en valle de sombra y de muerte no temeré mal alguno. El dicho popular dice cuando una persona ha logrado realizar algo sobresaliente "Ha tomado al león por la barba". En verdad cuando un león está muerto, quién no podrá hacer eso?.
Pisarle, hacerle cualquier cosa con absoluta libertad.
Te pusiste a pensar alguna vez? que la muerte es como un león que atemoriza y al mismo tiempo devora a la raza humana; sin embargo es necesario que nos acordemos que Jesucristo lo ha tomado por la barba, con Su obra maravillosa y perpetua ÉL, ha sido la defunción de la misma muerte; y por esto, hoy como efecto los hijos de Dios triunfamos sobre la muerte y nos liberamos de nuestros temores y de su avasallamiento.
No temeré mal alguno, dijo el salmista, porque Tú estarás conmigo. Qué seguridad tan pacífica y qué baluarte tan concreto llevan estas palabras: Imitemos esta actitud tan admirable que el rey David exponía. Cuando estamos pronosticando una estación de sufrimiento y cuando nos surge la consternación, el quebranto, la expiración, es allí donde el aliento puede sentirse glorificado y positivo al decir: Tú estarás conmigo.Tú estarás conmigo. Nada puede deteriorarme mientras tu amor me rodea, me asedia y me fortifica. Por eso el apóstol Pablo pudo decir “dónde está, oh, muerte, tu aguijón o sepulcro, tuvictoria”. Se dice que cuando una abeja ha dejado su aguijón en alguna persona ya no tiene más poder para seguir lacerando. La muerte ha dejado su aguijón en la misericordia de Jesucristo y ya no tiene más PODER para dañarnos. Recordemos que la VICTORIA de Jesucristo sobre las oscuridad, sobre la muerte, sobre toda especie de IMPERFECCIÓN, también ES NUESTRA VICTORIA.
Por eso gocémonos en este día en plenitud.
Eternamente VINIENDO, A LOS PIES DEL MAESTRO.

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