sábado, 11 de abril de 2009

PRISIONEROS DEL TIEMPO www.radiomas929.com.ar


Programa radial de 23 a 0 hs- de lunes a viernes
Dentro de lo que pueden significar dimensiones desconocidas para el hombre, están las del concepto del tiempo. El hombre nace en el tiempo, vive en el tiempo y muere en el tiempo. Para nadie es desconocido que el tiempo es una cárcel en la que el hombre, prisionero de esta terrible dimensión llamada tiempo, vive y desarrolla su vida, sueña y ensueña la vida, vive en ese campo de la prisión de sus propios deseos. El tiempo, simplemente transcurre sobre el hombre sin que el hombre pueda hacer nada para modificarlo y cambiarlo. Es una cárcel. El hombre nace en el tiempo, vive en el tiempo y se derrumba en el tiempo. Todo colapsa en el tiempo. Está escrito que algún día, el mismo mundo será destruido por el tiempo y en el tiempo.
Está escrito que los cielos se envejecerán como se envejece una vestidura de vestir, dice el texto de Isaías. Serán muchas las cosas que van a colapsar. Todo colapsa en el tiempo. Las cosas nacen, viven y mueren en el tiempo. El hombre vive, en ese tiempo, todas las experiencias; desde las más sublimes como ver nacer a un hijo hasta las otras. Es en el tiempo donde los hombres viven el amor, el odio, la abundancia y hasta la miseria. Es en el tiempo, también, donde son posibles todas las alegrías, pero también todas las desgracias. Definitivamente: el hombre es un prisionero del tiempo.
La tierra, dentro de la cual seis mil millones de seres se debaten entre la vida y la muerte, entre el amor y el odio, también es el lugar en donde los hombres gustan y degustan sus pequeños y efímeros placeres, pero también se llenan de terror, de angustia, de expectativas negativas frente a la muerte, al hambre, a la desnudez y a la miseria humana. Esto es el tiempo, terrible cárcel en la que el hombre se debate.
Es entonces allí, en medio de esa tremenda visión casi sideral, que el apóstol Pablo tiene, con esa excelente pluma literaria con la que él describe las cosas del tiempo; es en medio de esa visión en que él da una palabra impactante a la iglesia. Y les dice esta frase a los hombres de Roma como hoy nos la dice a nosotros: No se conformen al presente siglo; no se conformen al tiempo en el que ustedes han nacido; no se conformen a estar prisioneros del tiempo en el que ustedes están viviendo. Él nos invita, nos incita, es el Espíritu Santo el que sopla sobre la iglesia y nos llama a rebelarnos contra esa prisión llamada tiempo. Y nos dice: ¡Salgan de ese tiempo! ¡Rebélense contra ese tiempo! ¡No se conformen a ese tiempo! Tengan la capacidad de cambiar su manera de pensar, para así poder cambiar su manera de vivir.

CRONOS Y KAIROS...www.radiomas929.com.ar














Así como los griegos hablaban del tiempo KRONOS, el tiempo humano donde suceden y transcurren todas las alegrías, peripecias, placeres y dolores del hombre, así también hablaban del otro tiempo, el que ellos llamaban “el tiempo de los dioses”, al que denominaban KAIROS. De modo que habían dos conceptos del tiempo en el lenguaje de la filosofía griega, que es precisamente el lenguaje con el cual se escribió el Nuevo Testamento. El concepto del tiempo humano, KRONOS, y el concepto del tiempo divino, KAIROS. Y el apóstol Pablo, lo que busca, es sacarnos de ese KRONOS y meternos en el KAIROS, que es el tiempo divino, el tiempo del viento recio, ese tiempo donde las cosas imposibles son posibles.
Por eso es que el profeta Isaías recoge esas palabras monumentales de Jehová, Dios de los ejércitos. Así como son más altos los cielos que la tierra, así son más altos mis caminos que vuestros caminos. Mis pensamientos no son como vuestros pensamientos, ni mis caminos como vuestros caminos. El hombre tiene que elevarse al pensamiento de Dios, al camino de Dios, tiene que tener la fuerza para propulsarse a esas grandiosas esferas. Tiene que salir de alguna manera de esta esfera de secuestro que es la tierra y ver la tierra, en el sentido espiritual.
Cuando nos levantamos en el tiempo de Dios, todas las cosas de esta tierra serán minúsculas, pero mientras estemos metidos en esta tierra, hasta el problema más chico nos parece enorme, inmenso. Es la fe que nos levanta a Dios, que nos levanta a los imposibles, la que nos da la libertad de escaparnos a cualquier tragedia, la que nos convierte en invencibles y la que nos permite pisotear nuestros problemas y vencer en el nombre de Jesús. Es el tiempo de Dios.
En toda la Biblia se entremezclan los dos tiempos: el KRONOS humano y el KAIROS de Dios. Este es el ámbito que tuvo Juan cuando vivió la visión del Apocalipsis. Juan estaba prisionero, pero entrar al tiempo de Dios lo hizo total y absolutamente libre. A la isla de Patmos iban los disidentes del imperio romano, los que eran más peligrosos para ese estado, aquellos que luchaban contra el emperador. Y Juan. ¿Por qué estaba preso Juan? Él lo dice: por causa del testimonio de Jesucristo y la palabra del evangelio. Ese era su delito. Porque los hombres que piensan, siempre han sido un peligro para la sociedad, sobre todo para los dictadores.
Cuando hay hombres que piensan, los dictadores tiemblan, los corruptos tiemblan. Mientras haya en un país una manada de imbéciles que no tengan la audacia de pensar ni de decir lo que piensan, mientras haya cobardes así, nunca nadie temblará delante del evangelio. Pero cuando se levantan hombres y mujeres que piensan la palabra de Dios y tienen agallas para decir lo que piensan de Dios y en Dios, entonces la humanidad tiembla, el mundo tiembla, el país temblará algún día. Cuando se levanten hombres y mujeres que hablen la palabra de Señor en el tiempo de Dios.
Y ahí estaba este célebre maestro de la palabra que es Juan: preso por la palabra de Jesucristo. En su tiempo humano, ese tiempo de tragedia, tiempo de lágrimas, tiempo de esclavitud, tiempo de dolor, tiempo de látigos. La isla de Patmos, hasta el día de hoy, existe. Dicen que cuando se hacen excursiones turísticas a Patmos, todavía se puede apreciar que es una isla llena de rocas; es una prisión estatal, nadie vive allí, ni siquiera los pájaros. No hay lugar hospitalario allí, es una isla maldita. Es uno de los lugares más tenebrosos de la tierra, no hay esperanzas allí. No puede haber nada, siempre fue una cárcel y lo será; símbolo de la opresión y la esclavitud de un imperio, hasta el día de hoy.
Y allí estaba el apóstol. En su tiempo humano. Pero de pronto los cielos se abrieron, y comenzó el glorioso tiempo de Dios, y dice: Estaba yo en el Espíritu del Señor; en el día del Señor, y una voz que me dice: ven y sube acá. Y es transportado entonces a esa gloriosa presencia de Dios, donde comienza a ver la gloria de Dios y nos escribe esa palabra poderosa en la profecía, la más alta de toda la Biblia, que es el Apocalipsis. Porque el hombre debe reconocer una cosa: estamos viviendo en el tiempo humano, pero de pronto ese KAIROS irrumpe en la vida de los hombres, produciendo los milagros más extraordinarios.

miércoles, 8 de abril de 2009

CON CONFIANZA A LOS PIES DEL MAESTRO


"Antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo.." Filipenses 1:20b
Es sumamente necesario confesar y reconocer que muchas veces nos hemos dejado influenciar por las circunstancias al punto de olvidarnos, feneciendo en la desesperación, trastornados a tal punto de dejar de lado lo que nos enseña Tu Mensaje. ¡Qué actitud irreverente la nuestra! Como si tú, majestuoso Dios, rey del universo, pudieras considerarte limitado por los hechos; como si tú, Dios mío y rey mío, no fuera el Dios de los quiméricos. En muchas ocasiones me he dejado vencer. Y mi desconfianza en tu poder y tu grandeza me ha llevado a la desazón, contagiándome desesperada, dando mis oídos a los problemas y acontecimientos mundanos, olvidándome de tu grandeza y poderío. Oh Señor, nos humillamos, necesitamos tu perdón, límpianos con hisopos y seremos más blancos que la nieve. Instruidnos a elegirte siempre a Ti. Danos el poder de creerte siempre a Ti. Es imperiosa que vivamos esa fe valerosa, denodada, confiando ciegamente, aferrada a la VERDAD que eres Tú, para dejar de ser oidor temeroso de Tu voz, convirtiéndonos en hacedores de Tus obras que son siempre extraordinarias. Qué bálsamo tan maravilloso es para nuestra alma saber que Tu Palabra perenne es inmune. Que Tú en ningún tiempo complicas, ni te equivocas. Auxíliame a recapacitar en Tus ofertas cada día más, para que pueda almacenarlas en mi espíritu. Instrúyeme a poner en práctica las exhortaciones de Tu Palabra en todos los sitios de mi vida porque así escaparé de muchos problemas y conquistaré grandes victorias. Quiero ser hábil de llevar gloria a Tu nombre apostando mi fe por completo en Tus locuciones. Quiero amarte como Tú vales. Haz que yo pueda ser de ese género de persona competente y digna de confiar en Ti antes que en mi misma, para descubrir todo lo que tienes para proveerme. Haz que tenga la sapiencia y la valía de actuar en fe cuando sea imperioso, creyendo que Tú concebirás la misión tal como lo dice Tu Palabra. Te ensalzo con ímpetu de Espíritu, en el Nombre de Jesús. Amén.